segunda-feira, 14 de novembro de 2016

Queda Humana no Pecado

CAÍDA 

Kierkegaard intentó darle a la Caída una interpretación sicológica y aun existencial. El bosqueja su estructura sicológica-existencial de la Caída, y pretende demostrar cómo la Caída de Adán es el diseño para la Caída de cada hombre. Afirma que la interpretación tradicional de Adán, mantiene a Adán fuera de la raza humana y que él, Kierkegaard, desea regresado. Por medio de esto, Kierkegaard quiere decir que en la teología tradicional Adán sólo comienza de un estado de pureza Y se mueve a un estado de pecado. Pero esta es la experiencia de sólo un hombre en una ocasión. Kierkegaard quiere interpretar a Adán de tal manera, que todo hombre en su propia vida y a su propia manera repite la Caída. Tampoco le interesa si alguno desea llamar a la Caída un mito (COD, p. 42). 

La noción de que Génesis 3 es un mito de naturaleza sicológica y existencial y no una narración histórica, ha tenido un amplio campo en la teología contemporánea. Alan Richardson escribe: "La verdad acerca de la naturaleza humana es perpetuada en los mitos bíblicos de la Creación y la Caída del Hombre... el mito de la Caída utiliza el cuento del evento en el tiempo... para representar una verdad de la condición del hombre que es independiente del tiempo y es un ingrediente en todo el vivir humano. Es una manera mitológica de hablar de un hecho observable, esto es, la propensión universal humana de rebelarse contra la soberanía de Dios, situando al ego en el centro del universo, que es el sitio que solamente Dios puede ocupar correctamente" (CA, pp. 131-143). 

Niebuhr llama al relato de la Caída un mito (NDM, I, 179). Dice que estamos equivocados si la rechazamos en nuestra modalidad racionalista, o si la aceptamos como una historia literal (ibicb., 11, 267). La Caída no es historia sino "un símbolo de un aspecto de cada momento histórico en la vida del hombre" (ibíd., 11, 269). 

Tillich tiene una interpretación bastante técnica y existencial de la Caída (ST, 1, 255-256). Admite que la Caída es el elemento más difícil y más dialéctico en la doctrina de la creación. El hombre es creado para levantarse dentro de la vida divina. Pero, para alcanzar esta libertad finita se propone situarse fuera de la vida divina. Mas cuando abandona la vida divina por su vida propia, se separa de su esencia y así cae. Tillich escribe: "Estar fuera de la vida divina significa situarse en libertad actualizada, en una existencia que nunca más está unida con la esencia" (ibíd., 1, 255). 

Además, este es el estado de todos los hombres. De ahí que es universal y siendo una "situación universal, prueba que no se trata de una contingencia individual ora en 'Adán', ora en alguien más" (ibíd., 1, 256). Así, al fin de la creación, la Caída del hombre llega dialécticamente. 

A. T. Mollegan llama a la Caída un mito con un profundo significado teológico. Además, "el mito de Génesis y la idea de una 'caída', pueden ser usados para expresar la situación humana como es experimentada tanto por cristianos como por no cristianos" (HCT, p. 133). "El cristianismo usa el mito de Génesis para expresar el hecho de que la enfermedad básica del hombre es el pecado, y no la finitud con sus aspectos concomitantes de debilidad, ignorancia y mortalidad" (ibíd.) 

La discusión de Brunner de la Caída es consistente con su aproximación Cristológica hacia todos los problemas teológicos (D, 11, 89ff.). Así, el primer paso al discutir la Caída no es leer Génesis 3, sino leer el relato de Jesucristo del Nuevo Testamento. Es desde esta plataforma que llegamos a la "narración-mito". 

Brunner dice de este pasaje que "quizá no haya parte del Antiguo Testamento que nos impresione tan directamente como una revelación divina, como la historia de la Caída en Génesis 3" (ibíd., 11, 89). 

Es, no obstante, desde un conocimiento de Cristo como Salvador que llegamos a Conocer nuestra pecaninosidad y traemos esta información de regreso al mito de la Caída. Algunos teólogos, al objetar el relato literal de la Caída, han también rechazado la Caída misma. Pero Brunner no tolera esto, por cuanto escribe que "cada concepto de pecado que trata de establecerse sí esta idea mítica de una Caída, prueba, al examinarse más de cerca, que es una reinterpretación optimista del hecho actual del pecado, que hace del pecado bien un hecho de la naturaleza, o meramente el interés moral del individuo" (ibíd., H, 90). 

Barth llama a Génesis 3 una leyenda más bien que un mito (cf. CD, IV/l, 478-513). "La leyenda bíblica nos dice que la historia del mundo comenzó con el orgullo y la caída del hombre" (ibíd., p. 508). Adán no es un hombre, sino un símbolo de toda la raza humana en un estado de transgresión. 

De ahí, escribe Barth: ―... el nombre de Adán el transgresor... que Dios le da a la historia mundial como un todo" (bid.). La raza humana "constantemente repite la pequeña escena en el jardín del Edén. Nunca hubo una edad áurea. No hay razón en buscar una en el pasado. El primer hombre fue inmediata-mente el primer pecador" (ibíd.). 

Además, el pecado del primer hombre no envolvió al resto de la humanidad en el pecado: "Lo que hacemos después de él no es hecho de acuerdo a un ejemplo que irresistiblemente nos domina o en una imitación de su acto, ordenado para todos
sus sucesores. Ninguno tiene que ser Adán. Somos tan libres y bajo nuestra propia responsabilidad" (ibíd., p. 509).

Fonte: DICCIONARIO DE TEOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

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